La imagen como la entendemos hoy difiere mucho de la imagen que el rey Luis XIV mantuvo durante su existencia en una representación continua en público. Toda su vida, se decoró y ornamentó, actuó y trabajó en su propia “campaña de imagen”. Gracias a él heredamos la etiqueta, al firmarle a su jardinero un decreto real que decía: “respetar las etiquetas”, petición que éste le hace desesperado al ver que los visitantes que entraban en el Palacio de Versalles, pisaban las flores de su jardín.
Seguramente el rey Luis era el paradigma y el ejemplo a seguir por el pueblo francés. Esa imagen, formaba todo un conjunto que se trasmitía a todo lo que rodeaba al rey, no sólo era su figura su porte, sino que se prolongaba a sus trajes, palacio, mobiliario, jardines, carruajes… ¡hasta en la lápida seguía brillando —seguramente— la imagen del rey! Todo ese adorno, ornamento que los franceses observaban y admiraban, probablemente jamás les habrá permitido ver ni recordar la voz y el rostro del rey.
Cuentan que el rey Luis se sentaba en sus jardines a comer, para que su pueblo observara su comportamiento en ese momento. Claro que ese ornamento sólo tenía sentido cuando esas “prendas morales” lo hacían ver confiable, por su compostura (su porte), y donde sus prendas de vestir y objetos reflejaban la verdadera calidad de su condición.
Ornamentar por eso significó en el pasado “crear imagen”. La Real Academia Española dice: Ornamento, adorno cualquiera que sirve para adornar. Fig. calidades y prendas morales.
Los asesores de imagen de esos tiempos no tenían otros medios que adornar, decorar dar brillo, demostrar una resplandeciente dignidad, brillante decencia, eran las cosas doradas que reflejaban el honor. Y ese honor hacía que la persona fuera creíble y recomendable.
El Gato con botas
Paradigma del creador de imagen
. .Esto que voy a relatar lo aprendí de un maestro y lo quiero transmitir porque me parece estupendo. En su cuento El gato con botas Charles Perrault describe al verdadero creador de imagen. El argumento de esta historia es conocido:
El tercer hijo de un molinero hereda solamente un gato. El joven muchacho se lamenta: “No tengo para comer yo y le voy a dar de comer ¡a un gato!” Y el gato le responde: “Dame unas botas y una bolsa y ya verás amo.”
Este gato resulta ser un excelente asesor de imagen, y trabaja en su dueño las transformaciones indispensables para convertirlo en una persona recomendable y confiable. Antes que nada se consagra en su apariencia externa. Con una hábil estrategia, consiguió que el mismo rey lo vistiera con el mejor traje.
El resultado fue excelente. Inmediatamente, el rey le hizo infinitas demostraciones de amistad, y como los hermosos trajes que acababa de darle realzaban su aspecto (puesto que era guapo y joven y de muy buena presencia), hasta la hermosa princesita lo encontró muy a su gusto, y pensó compartir el resto de su vida con él.
Con diversas acrobacias, el pobre pero buen mozo molinero adquirió gracias a su maravilloso gato con botas la personalidad del marqués de Carabás.
Pero era necesario adquirir una vestimenta social de alta escala, no podía ser para esta empresa una vestimenta común, una mansión, nada más ni nada menos que la del Ogro Mutante que sinceramente hubiera dejado en el intento a más de un colega, pero nuestro querido gato lo logró. Con su habilidad gatuna consiguió adquirir un magnífico castillo.
El resultado de esta campaña fue instantáneo, “¡Cómo, señor marqués!”, gritó el asombrado rey, “¿este castillo también es suyo?” Y el resultado de tan maravillosa empresa llegó con toda naturalidad: El rey encantado por tantas cualidades que decoraban al señor marqués, así como a su hija que estaba loca de amor por él, y viendo los grandes bienes que poseía, después de haber bebido y disfrutado más de seis u ocho copas, y perder un poco la compostura y la corona de lugar, le dijo: “Señor marqués, sólo de vos depende que seáis… mi yerno.”
Bien, “gracias, maestro”, lo entendí, ese gato con botas que no me dejó dormir aquella noche, me hizo comprender la idea:
Ornamentar es “ Crear imagen”.
Y en esa creación de imagen, es verdad, en los tiempos pasados, intervenía el vestido, la casa, el mobiliario, la carroza…, y ese maravilloso y dorado…, etcétera.
¡Gracias, Gato con botas, lo entendí!:
“La creación de imagen es la función del ornamento.”
Y gracias a nuestro Gato con botas, paradigma del creador de imagen, nuestra hermosa princesa y el buen mozo marqués de Carabás, fueron felices y comieron perdices… Y colorín, colorado, este cuento ha terminado.
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