jueves, 16 de julio de 2009

El Protocolo y las discapacidades


              “Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias creándolas si no las encuentra”

George Bernard Shaw

Este reflexión fue impulsada por la necesidad que veo prácticamente a diario cuando me encuentro compartiendo actos sociales, de empresa, culturales, universitarios y todos aquellos en los que la presencia de personas con ciertas discapacidades es notoria y en general la mayoría de las personas no sabemos cómo manejarnos o puede sucedernos que en nuestro exceso de colaboración y ayuda logremos que estas personas se sientan incómodas o relegadas, ¿por qué? Si yo o muchos de nosotros estamos tratando de ayudar. La sobreprotección puede hacerlos sentir incómodos.

En mis reflexiones vuelvo a pensar en nuestra tarea en Protocolo y Ceremonial, en general tratamos con personas que pueden caminar, oír y ver fundamentalmente, pero cada día más hay participantes de nuestros actos con algunos inconvenientes para su desplazamiento o con problemas para ver u oír. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

El Protocolo y Ceremonial fue en sus inicios una disciplina palaciega, donde el acceso era restringido, o también utilizada en ciertos ámbitos donde la mayoría de las personas no tenían acceso, si existía una discapacidad el acceso estaba vedado. Pero también el Protocolo y el Ceremonial nos señalan fundamentalmente el don de hacer sentir cómodas a las personas.

Fueron pasando los años el desarrollo de las actividades aquí y en todo el mundo han hecho que esta herramienta se haya extendido a todos los ámbitos donde interactuamos.

Las personas con alguna discapacidad, las escondíamos o se escondían en cambio hoy en día tanto en colegios, Universidades y en una gran variedad de empresas e instituciones, así como en cines y teatros y otros actos concurren personas con ciertas discapacidades motrices, auditivas o de visión.

Podemos encontrarnos con personas con discapacidades en seminarios, congresos o conferencias y aún en el ámbito oficial y es nuestra obligación como personas y ceremonialistas atenderlos y facilitarles los elementos y recursos necesarios para que se sientan cómodos y respetados.

También debemos tener en cuenta que existen ciertas discapacidades momentáneas que podemos sufrir cualquiera de nosotros, y también en esos momentos queremos ser respetados, atendidos y valorados más allá de la situación.

Es nuestro interés que podamos aprender a dirigirnos a estas personas de la manera que ellos lo necesitan, pensando el lugar especial para cada uno según su problema, o buscando el intérprete adecuado o la señalización que corresponda según el acto a desarrollarse.

Toda vez que organizamos un acto nos interesa ofrecer lo mejor, las mejores tecnologías, tratar de conectarnos con otras culturas, conociéndolas, teniendo en cuenta sus hábitos y costumbres y con estos mismos términos nos podemos referir al trato de las personas con discapacidades. Sólo conociendo sus hábitos, costumbres y necesidades y brindando toda la tecnología que esté en nuestras manos podemos hacerlas partícipes de nuestros actos para que se sientan cómodas, atendidas y tenidas en cuenta.

Si tenemos presentes sólo algunas normas generales que son comunes para el trato con todo tipo de personas discapacitadas podemos hacer que estas personas se sientan integradas. Las relaciones personales directas son muy importantes. La forma en que recibamos a nuestros invitados es nuestro primer contacto y debe ser muy cálido, siempre tratando de crear lazos firmes. También lo es ese espacio especial que le reservamos.

No siempre debemos dar por sentado que una persona con alguna discapacidad necesita ayuda. Según donde se encuentren pueden llegar a manejarse sin dificultades. Solo debemos allanarle el camino.

Algunas personas con discapacidades dependen de sus brazos para mantener el equilibrio, por lo tanto si las ayudamos tomándolas del brazo podemos desequilibrarlas. Las sillas de ruedas o los bastones forman parte de su espacio personal.

Si debemos dirigirle la palabra a una persona con discapacidad visual que se encuentra acompañado por un asistente debemos dirigirnos directamente a la persona y no a su acompañante pues nos interesa su opinión y no la de la persona que lo asiste. Esta situación podemos asimilarla a la participación de un traductor, acompaña, ayuda, colabora, pero no es su opinión la que queremos escuchar, es la de la persona que no habla nuestro mismo idioma.

Asimismo debemos ser respetuosos y no indagar sobre su problema. Las personas con discapacidades pueden ser nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo o nuestros amigos y ellos saben lo que pueden hacer o no.

Debo y debemos prepararnos para recibir a las personas con discapacidad, antes de tenerlas frente a nosotros. Y ante todo……..

SEAMOS PACIENTES

NO DECIDAMOS POR ELLOS.

María Angélica Suárez

angelicas@fibertel.com.ar

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