viernes, 19 de junio de 2009

Fumando espero…

Como argentina, no podía dejar de recordar el hábito de fumar en las confiterías, en los bares de los barrios, donde poetas, fumando y tomando café, se inspiraban en escribir letras de tangos…

Gardel, en el cementerio de la chacarita en Buenos Aires, donde con distinguida presencia en el bronce fuma cada cigarrillo que los turistas y amantes del tango ponen en su mano, lo han convertido en la imagen del fumador eterno.

Pues bien, lo que en el pasado era un placer, acompañaba y permitía soñar… hoy enferma, y margina.

El tango dice:

Fumar es un placer genial, sensual. Fumando espero al hombre a quien yo quiero, tras los cristales de alegres ventanales.

Mientras fumo, mi vida no consumo porque flotando el humo me suelo adormecer… Tendida en la chaisse longue soñar y amar…

Ver a mi amante solícito y galante, sentir sus labios besar con besos sabios, y el devaneo sentir con más deseos cuando sus ojos veo, sedientos de pasión. Por eso estando mi bien es mi fumar un edén…

Música: Juan Viladomat Masanas (o Juan Viladomat i Massanes).
Letra: Félix Garzo

El tabaco

Muchos autores consideran que en la disposición de los elementos de la mesa deben ir los ceniceros, otros consideran que no, porque dicen que en la mesa hay que apreciar sabores de la comida. A mí en especial me gusta que los ceniceros no estén en la mesa hasta el momento del café, así que la dueña de casa o su servicio doméstico lo colocarán, en ese momento.

Si el dueño de casa no quiere que se fume en la mesa, no colocará ceniceros, así sabremos entender que en esta mesa no se fuma. Si estuvieran esperaremos después de los postres para hacerlo, y siempre que el anfitrión dé el inicio.

En nuestro país (Argentina) se han hecho muchas campañas antitabaco, son numerosos los restaurantes que impiden fumar en todos sus salones.

Por supuesto sabemos que el tabaco distorsiona el sentido del gusto. Por eso fumar no nos permite distinguir bien los sabores de los diferentes platos y vinos que vamos a disfrutar. Antes de hacerlo pediremos permiso al anfitrión y por cortesía diremos a nuestros vecinos de mesa que nos dispondremos a fumar.

La anfitriona, en una bandeja de plata o en una copa o en una cigarrera de plata, obsequiará a sus invitados variedad de cigarrillos. Asimismo, facilitará ceniceros a los que vayan a fumar.

Recuerdo a mi tan querido abuelo, en las reuniones, y en el momento que quedaba en presencia de sus íntimos, cambiar su jaque, poniéndose hermosa camisa traída de cuba, y convidar con cajas de habanos traídos de su viaje a sus íntimos ¡Qué maravilla!… ¡Qué anfitrión! ¡Qué abuelo!
En la mesa

Todos sabemos que no se debe fumar en la mesa, pero si encontramos los ceniceros, debemos esperar que los dueños de casa comiencen a hacerlo. Recordemos que no se fuma hasta después de los postres. Los mozos pueden ofrecer cigarros o cigarrillos en el momento de los postres.

Una vez sentados a la mesa, no debe permitirse fumar a lo largo de toda la comida, ni entre plato y plato. Sólo puede permitírselo una vez que se haya retirado el último plato de postre, o sea, a la hora del café. Y siempre es mejor, pasar a otra sala o espacio para fumar, siempre que sea posible me parece correcto. Recuerdo a mi tía Nelida, que queriendo honrar a su padre y amistades de él, en su casa de recién casada, colocó un hermoso mantel, espectacularmente planchado, como lo hace una verdadera reina del hogar; y un gran fumador inoportuno, se lo quemó, ¡fumadores no olviden que la prudencia es la madre de todas las virtudes!

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